Memoria ineludible en Los Queñes: El Frente Patriótico Manuel Rodriguez (FPMR) y la operación Pehuén.

Los Queñes, es una remota localidad de la comuna de Romeral, Región del Maule. Enclavada entre cordones montañosos y surcada por dos ríos que se juntan allí, es más que un idílico paisaje rural andino. Este paraje, históricamente un punto de tránsito fronterizo y aduanero, se convirtió en 1988 en el escenario de un capítulo ícono de la resistencia armada contra la dictadura de Augusto Pinochet: la “Operación Pehuén”, un golpe contra el retén de Los Queñes.

Lejos de los centros urbanos donde se gestaban las negociaciones políticas, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) decidió lanzar un golpe, una acción de “propaganda armada” que buscaba recordar a los dictadores que el camino de la lucha armada no estaba aun clausurado hasta que abandonaran el poder.

Para el lector que desconoce el contexto chileno, es crucial entender la dinámica en la que se desenvuelve este evento. Hacia 1988, Chile se encontraba en una encrucijada. Tras años de dictadura, el régimen militar se abría a un plebiscito (programado para octubre de ese año) que decidiría la continuidad de Pinochet en el poder. Gran parte de la oposición, incluyendo el Partido Comunista (PC) del cual se había desprendido el FPMR, se había volcado a la vía política y electoral. Sin embargo, para la facción liderada por Raúl Pellegrin Arias (Comandante José Miguel) y Cecilia Magni Camino (Comandante Tamara), figuras emblemáticas de la lucha armada, esta vía negociada no era suficiente. Su convicción, forjada en la mística de la “voluntad de vencer” y el enfrentamiento directo, los llevó a buscar un “campanazo de aviso”, una acción que demostrara la vigencia de la lucha armada y que si la dictadura no se acababa por la vía institucional, habría violencia.

La planificación de la “Operación Pehuén” se enmarcó en la estrategia de “Guerra Patriótica Nacional” impulsada por el comandante José Miguel tras la ruptura del FPMR con el PC en 1987. Esta nueva fase buscaba la inserción silenciosa de militantes en el territorio, la creación de bases de apoyo y el estudio detallado de la geografía para futuras acciones guerrilleras. En este contexto, Los Queñes no era un objetivo aleatorio. Su ubicación estratégica, cercana a la frontera con Argentina y en un terreno montañoso propicio para la clandestinidad, lo convertía en un lugar idóneo para una acción que, además de su impacto propagandístico, permitiera la retirada.

Si bien los detalles precisos de la planificación interna del FPMR son esquivos en los registros públicos por su naturaleza clandestina, se puede inferir que la operación en Los Queñes siguió el patrón de las acciones de “recuperación” o “copamiento” de pequeños poblados que el Frente había ensayado en otras zonas rurales del país. El objetivo principal no era mantener el control del territorio, sino ejecutar un golpe rápido y contundente, izar la bandera de la resistencia y obtener recursos o realizar propaganda, para luego retirarse hacia la seguridad de la cordillera. La elección de una antigua aduana como punto focal del ataque, con su carga simbólica de soberanía y control estatal, no fue menor.

El 21 de octubre de 1988, un grupo de combatientes del FPMR, bajo el mando de Pellegrin y Magni, irrumpió en Los Queñes. La acción implicó el control temporal de la localidad, la toma de la posta de salud y el asalto a la Aduana. Durante el enfrentamiento, se produjo la muerte del cabo de Carabineros Juvenal Vargas, lo que elevó la gravedad de la operación y desató una inmediata y masiva respuesta de las fuerzas de seguridad del Estado.

Tras el ataque, los frentistas emprendieron la huida por las escarpadas montañas de la cordillera maucha. Sin embargo, la reacción de la dictadura fue implacable. Las fuerzas de seguridad, incluyendo efectivos de la Central de inteligencia (CNI) y de la policía del país (Carabineros), lanzaron una persecución masiva por aire y tierra, conscientes de la importancia de capturar a los líderes de la facción, a quienes consideraban terroristas.

Fue en este contexto de búsqueda y captura que se produjo el trágico fin de Raúl Pellegrin y Cecilia Magni. Según establece el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (Informe Rettig), ambos fueron detenidos, torturados y ejecutados por agentes del Estado después de su huida. Sus cuerpos, con signos evidentes de violencia y tortura, fueron encontrados en el caudaloso Río Tinguiririca, en la VI Región de O’Higgins.

La Sentencia judicial en el caso de Cecilia Magni Camino y Raúl Pellegrin Friedmann (Corte de Apelaciones de Santiago, Rol N° 1262-2004, de 2018), si bien se enfoca en el procesamiento de los responsables de sus muertes y no en la planificación del ataque frentista, es una fuente fundamental para comprender la naturaleza de su deceso. Dicha sentencia establece que los uniformados Julio Verne Acosta Chávez, Carlos Mauricio Bezmalinovic Hidalgo, Juan Ernesto Rivera Iratchet y Walther Soto Medina fueron condenados por su participación en el secuestro y homicidio calificado de Magni y Pellegrin, descartando la versión oficial inicial de un “enfrentamiento” o un accidente. Este fallo judicial no solo valida las denuncias de violaciones a los derechos humanos, sino que también subraya la brutalidad de la respuesta estatal frente a las acciones de la resistencia.

El episodio de Los Queñes y la muerte de Pellegrin y Magni tuvieron un impacto significativo en la historia del FPMR y en la memoria colectiva. Para el Frente, significó la pérdida de sus máximos líderes en un momento crucial, marcando un punto de inflexión en su capacidad operativa y estratégica. Para la sociedad chilena, y particularmente para la Región del Maule, Los Queñes se convirtió en un símbolo de la crudeza de la lucha armada y algo así como el cierre de un ciclo.

Los Queñes, en la actualidad es una zona que a pesar de su ruralidad se perfila como un destino turistico interesante en la zona, muy distinto al pueblito tan alejado y poco accesible de aquella época. Hoy es un testigo silencioso de estos acontecimientos, pareciera incluso que quisiera olvidarlos. El eco de las balas aun es un tema controversial entre los moradores de la zona, hay opiniones divididas sobre los acontecimientos. Comprender un fenómeno como el del golpe al retén de Los Queñes es, en esencia, entender una compleja interacción entre la decisión política, la resistencia armada y la brutalidad estatal, un legado que aún resuena en los debates sobre memoria y justicia en Chile. La aparente calma del paisaje maulino esconde una historia de profundo coraje, un capítulo vital para entender la diversidad cultural de una nación forjada en la resiliencia ante el conflicto.

Referencias:

  • Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación. (1991). Informe Rettig. Santiago: Gobierno de Chile.
  • Corte de Apelaciones de Santiago. (2018). Sentencia Rol N° 1262-2004 (Causa Cecilia Magni Camino y Raúl Pellegrin Friedmann).
  • Contreras, Jorge. (2011). Raúl Pellegrin: La otra cara de la guerrilla. Santiago.
  • Salazar, Manuel. (2011). La historia oculta del régimen militar: Memoria de una dictadura. Santiago: Random House Mondadori.
  • Silva, José Antonio. (2015). Frente Patriótico Manuel Rodríguez: Génesis y desarrollo de la experiencia de lucha armada del Partido Comunista contra la dictadura de Pinochet (Chile 1973-1990).

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